Míreme, aquí frente a usted, tarde en decidirme venir a verlo y ahora lo que me dice es ¿Qué por que lo hice? ¿Me pregunta que porque lo hice? ¡ja, ja, ja! No puede ser como puede preguntarme eso mejor pregúnteme ¿Cómo lo hice? Pero bien si lo que quiere es saber ¿por qué? Se lo diré claro que antes tiene que escuchar todo.
Era una tarde fría de invierno los árboles se veían secos, sin ninguna hoja era una tarde peculiar, por que no había nadie en las calles estaban totalmente solas, me gustaba como lucía todo totalmente desierto, me gusta mucho la soledad, mucho; al final de la calle para dar vuelta a la esquina se vislumbraba mi casa una casa de color rojo, rojo sangre anteriormente era de color amarillo pero a petición mía la pintamos de mi color favorito, era una casa pequeña, sin nada peculiar excepto que no tenia ventanas aborrezco las ventanas, por dentro estaba amueblada con muebles rústicos es decir sin tapiz solo madera era una casa confortable muy confortable solo vivíamos mi madre y yo mis padres habían decidido tener un solo hijo fuera un niño o niña para volcar todo su amor en el, grabe error parece que nunca se pusieron a pensar que tanto amor llega a hartar, en fin lo verdaderamente triste por así decirlo es que mi padre solo me disfrutara cuatro años pues cuando tenía esa edad enfermó de leucemia y murió, no puedo decir que me dolió por que a esa edad no tenia conciencia de nada aunque a decir verdad ni aun sabiéndolo me dolería para mi la muerte es algo sin importancia todos los días muere alguien así que más da quien es el que muera.
Después de este episodio mi madre se aferró mas a mi, no puedo decir que mi madre fuera sobre protectora, no, nada de eso, mi madre era... perfecta, una mujer fuerte tan fuerte que era capaz de demostrarme que me amaba, era una mujer inteligente fue por ella que pudimos sobrevivir pues tuvo que hacerse cargo de todos los gastos y comenzó a trabajar de cajera en un restaurante hasta donde yo recuerdo había veces que hasta doblaba turno para ganar más, pobre mamá, tenía solo veintiocho años cuando enviudo sin embargo decidió no volverse a casar.
Crecí al lado de mi madre feliz tuve una niñez dichosa en la que mi mamá no me consentía, sin embargo no por eso no me trataba como a un niño, solo me dejaba vivir la edad que iba cumpliendo.
Pase todos los episodios normales que pasa todo ser humano mi primer amor a los once años, mi primera experiencia sexual a los quince años ¡ah! Y obviamente mi primera decepción amorosa a los dieciocho años; me distinguí por ser un tipo con mucha suerte con las mujeres físicamente no era algo fuera del otro mundo era alto, delgado con el cabello cortado al ras y los ojos color miel, mi suerte con las chicas se debía mas a los sabios consejos de mi madre que siempre me enseñó como tratar a las mujeres a si que las trataba como ellas querían que las trataran.
Cuando ingresé a la universidad de diecinueve años conseguí mi primer empleo aún tengo en mi mente el rostro de mi madre mirándome orgullosa, mi empleo era de medio tiempo en un despacho de arquitectos estaba seguro de que quería estudiar diseño, me gustaba crea cosas nuevas, llegaba muy noche siempre por lo regular alrededor de las 12:00hrs, y cuando llegaba siempre estaba ahí esperándome para darme algo de cenar, si en verdad era una madre muy buena, sin embargo un día comencé a enfadarme, comencé a hartarme por que mi madre se empeñaba en verme como el mejor hijo y no lo era eso me iba enfureciendo día con día y el amor que tenía hacia mi madre se fue convirtiendo en odio hasta que empecé a idear como alejarme de ella ya no quería verla, le gritaba, la rechazaba y mi madre solo me miraba, jamás recibí una ofensa por parte de ella y era eso lo que me hacia odiarla mas su absurda bondad, no podía abandonarla, no quería hacerlo quería algo mas radical, quería desaparecerla por completo y entonces lo decidí, decidí matarla.
Empecé a planear paso por paso la mejor manera de hacerlo aquella que no dejara huellas se me ocurrió lo mas usual dispararle una bala y enterrarla en la parte de atrás de la casa o por que no dentro de la casa pero no, me pareció algo sin gracia, sin imaginación, después pensé que talvez la podría cortar en pedacitos pequeños r irlos tirando por el escusado esta idea en lo personal me agrado mas, si no fuera por que todo se iba a llenar de sangre, y entonces cruzó por mi mente, esa idea que tenía dormida se despertó, me lleno tanto de placer que comencé a reír sin poderme contener había encontrado la mejor opción de cómo deshacerme de mi madre y en verdad iba a disfrutarlo.
Así que esa hermosa tarde de invierno ya había decidido como matarla.
Cuando llegué a casa estaba en la cocina, estaba de espalda así que me fue mas fácil golpearla con un florero en la cabeza ella cayo inconsciente y entonces la lleve al baño la recosté en el piso bajo la regadera la desnudé y la golpeé mas fuerte en la cabeza para que no despertara, llevaba un cuchillo de plata que había diseñado para esa ocasión tan especial y entonces le corte finalmente la vena de la yugular al mismo tiempo que abría la llave del agua caliente, la sangre de mi madre brotaba a chorros, sí, había decidido primero desangrarla sin embargo no quería que sufriera después de todo era mi madre así que quería que primero estuviera en un estado de inconciencia y luego desangrarla hasta que la sangre dejara de emanar, no tiene ni idea del placer que sentía mientras veía como brotaba la sangre y se combinaba con el agua para luego irse por el drenaje era una imagen bellísima yo ya no veía a mi madre, lo único que veía era la sangre.
Sabe no recuerdo haber visto algo que produjera mas placer oréame ni siquiera el sexo, cuando finalmente dejó de sangrar cerré la llave de la regadera y sequé el cuerpo de mi madre el problema era que todavía estaba el cuerpo pero eso ya lo había resuelto tenia un amigo que era ingeniero químico y le pedí que me consiguiera ácido por una “modesta cantidad” no me había preguntado para que lo quería lo comencé a vaciar poco a poco sobre mi madre el olor era horrible pero el espectáculo que estaba viendo bien valía la pena soportar el olor, se veía claramente como se iba derritiendo la piel, la carne, los huesos, el cuerpo iba desapareciendo solo quedaba la cabeza, la cabeza sin embargo a la bella cabeza de mi madre no le vacié ácido había decidido mejor enterrarla bajo su cama y así lo hice.
ANGIE.