lunes, 31 de julio de 2006

EL ETERNO HA HABLADO...

Doy en mi espíritu mi adiós a la vida.
Despúes de cenar me retiro a la habitación rosa, negra ahora, y me preparo para el combate nocturno, porque me siento amenazado. ¿Por quién? No lo sé; pero provoco al invisible, sea quien sea, el demonio o el Eterno, y voy a luchar como Jacob con Dios.
---Al día siguiente---
Estabamos comiendo, el 20 de noviembre del año antepasado, en un día gris, sombrío, horrible. Rendido hasta los huesos por una noche sin descanso, pasada en continua lucha con los invisibles, maldigo la vida y me lamento por la ausencia del sol.
Mi madre me ha predicho que sanaré antes de la Candelaria, cuando regrese el sol.
---¡Este es mi único rayo de sol!, digo señalando con el dedo 3 pequeñas letras marcadas en mi pecho.
En este preciso instante, las nubes, amontonadas desde hace semanas, se entreabren, y un has de luz penetra en la sala, iluminando mi rostro, el mantel, la vajilla...
Me levanto, turbado, presa de las más encontradas sensaciones. ¿Una casualidad? ¡No! Me digo.
¿Milagro, señal? Es demasiado para un desgraciado como yo; ¡El Eterno no se mezcla en asuntos particulares de los gusanos!
Y, sin embargo, este rayo de sol queda en mi corazón como una gran sonrisa ante mi cara de descontento...