lunes, 30 de mayo de 2005

SAUDADE

Mordiéndote la pielimaginaba siempre estar, ahora solo conserva cúmulosde saudade que asfixian su alma.
Extraño placer encuentra alremembrar su historia trago a trago. Se esta cayendo mientras sus duras manos golpean su cuerpo.
Su mirada perdida va recorriendo las manos que tocaba...
Una gota de llanto en la barra, recordó tal vez algún murmullo que a oscuras lo elevaba o tal vez algo mas, lo mas preciado que ha tenido en sus manos.
Evocándote, su vida corre en un bar sin tus besos, tus caricias su alma muere.

LA ENTREGA.

---Te puedes ir si así lo deseas—dijo, su voz reducida a un suave murmullo. De repente, el mundo estaba lleno de posibilidades. Había una sombra de vulnerabilidad de su rostro perfecto, que encendió una fiera de pasión dentro de Edmundo, que le hizo apretar los puños y le cerro la garganta. Mientras la fantasía bidimensional de sus sueños de infancia se venía abajo, consumiéndose entre las llamas de la verdad, Edmundo se topó con un sorprendente y nuevo amor entre las cenizas.

---No—respondió él, su voz quebrada como si hubiese guardado silencio durante años--. No quiero irme nunca. Quiero ser tuyo por siempre.

Ella le sonrió y el cuerpo de Edmundo se reblandeció y subió de temperatura, temblando mientras la delgada mano de la mujer se estiró para tocarle la garganta. Sus dedos le buscaron el pulso, marcando el paso de la sangre bajo su piel. Ella le toco la boca y él besó sus dedos, haciéndolos entrar y mordiéndolos con ternura, provocándola.

Entrecerrando los ojos, retiró los dedos de la boca de la joven y los llevo a la suya, degustando la saliva. Edmundo lucho contra sus ataduras, anhelando tocarla.

Poniéndose de pie, lo vio retorciéndose, su cara era de alma, con un gesto pensativo. Entonces sin previo aviso, salto a la cama y se sentó sobre él con una gracia espeluznante.

El choque de su piel contra la del joven, sus muslos rozándole la cadera, la suave piel de su vientre acariciando aquella ígnea erección, acabó incinerando cualquier duda y dejó sólo una incandescente lujuria que no daba lugar a ninguna otra cosa. Si ella quería su vida, él se la hubiera entregado gustoso, ofreciéndole el cuello con inquebrantable confianza. Edmundo se rindió a su beso, de todo corazón, dejando que aquella lengua lo saltara en la misma forma que un hombre embiste a una mujer, las afiladas puntas de esos dientes cortándole los labios al joven. La sangre fluyó cálida, como su amor. Toda objetividad y calma fingidas, se esfumaron.

---Dime que me amas—demandó Patricia.

Edmundo estaba llorando otra vez, la sangre llenándole la boca.

---Sí—sollozo el chico--. Sí . Te amo, si.

Ella se movía como una serpiente atacando, sus dientes penetrando la piel de Edmundo, del mismo modo que el pené del chico se hundía en el resbaloso misterio de su delta plateado. Dolor y placer cayeron enamorados uno del otro dentro del pecho de Edmundo, fundiéndose en una emoción viva. Edmundo se perdió en Patricia, en el incorrupto circuito de la mutua necesidad. Hambre y nutrimento. Lujuria y saciedad. Dar y quitar en un balance tan viejo como el tiempo. Mientras Edmundo se entregaba a la pequeña muerte, saciándola con su sangre y semen y el espirituoso licor de su amor, se sintió cayendo en una negrura rutilante, disolviéndose en la esencia destilada de sí mismo. La última cosa que percibió antes de caer en la inconciencia, fue el violento retiro de aquellos colmillos que lo invadían y un creciente sentimiento de vacío y pérdida.

sábado, 14 de mayo de 2005

ALGUN DIA

ESTE TEXTO ESAUTORIA DE: "Dalay Briseño"


no sabes cuanto, todo gira en el sueño de "algun dia" todo es pensando ....en eso.
Si, te has convertido en el hombre con el cual me siento segura, con el cual me
siento plena y en el cual estoy depositando la confianza de que va a lograr todo
lo que se proponga, que cada dia va a ser mejor, unico, para que'?? para él y
para ese sueño de "algun dia".