miércoles, 20 de septiembre de 2006

SILENCIO PARA LOS CAIDOS...

El mundo se hunde en la depravación y el caos; como siempre, o peor.
Los gritos de los moribundos, yo también los he oído; todos los hemos oído, en todas las décadas; incluso ahora, las noticias diarias del conflicto armado azotando al mundo. Pero el clamor de protesta contra estos horrores es la luz de la que estoy hablando; hablo de actitudes que nunca fueron posibles en el pasado. Es la intolerancia de los hombres y mujeres pensantes en el poder que, por primera vez en la historia de la raza humana, quieren verdaderamente poner fin a la injusticia en todas sus formas.

Ahora en pleno siglo XXI, cuando veo las incesantes intrigas y matanzas en las pantallas de cine y televisión de nuestro mundo occidental, me pregunto si la gente necesita realmente contemplar esas carnicerías, la muerte bajo todas sus formas. La televisión constituye a veces una interminable serie de combates de gladiadores y asesinatos en masa. No hay que ver más que la cantidad de grabaciones en vídeo de guerras actuales que se emiten por televisión.

Los documentos bélicos se han convertido en arte y espectáculo.

El narrador habla suavemente mientras la cámara pasa sobre un montón de cadáveres, o unos niños esqueléticos que lloran junto a sus madres desnutridas. Pero es impactante. Uno puede deleitarse con todas esas guerras mientras menea la cabeza con asombro. Las veladas en televisión están consagradas a viejos documentales de hombres que mueren empuñando sus fusiles.

Creo que contemplamos esos espectáculos porque tenemos miedo. Pero en algunos lugares uno tiene que contemplarlos para endurecerse, y eso afecta tanto a las mujeres como a los hombres.

LEONIDAS
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