viernes, 24 de junio de 2005

TU

Seguias caminando sendero abajo
cuando el color fúnebre de mis llantos
mancharon en sangre los sentimientos
de un pasado.

Te vi, juro que te vi y se que lo sabes,
igual que cada noche me acompañas a dormir,
y yo lo se, porque el olor que percivo
en la solitaria y oscura abadía de mi sepulcro nocturno,
no es mas que el dulce aroma
que desprendia un cuerpo
tan acojedor como el tuyo.

Noto tus caricias en mi faz
cuando el sueño casi me arranca de su relevo.
Y en las noches de enloquecidas ventiscas,
noches como la de aquél otoño
de hace ya diez años,
en la que por culpa de ese máldito incendio
te perdí,
sigo oyendo tus desenfrenados gritos
de desesperación en cada espina de mi corazón.