viernes, 22 de octubre de 2010

LUNA DE OCTUBRE

Caminar de noche siempre tiene algo mágico.

El faro de tus ojos está ausente para guiarme. Una ráfaga de viento tirita mis huesos, la luna de Octubre es muda, pálida, hermosa y distante ¿Por qué no puedo dejar de sentir esta sensación de que a pesar de la lejanía que existe entre tu y yo, me quieres, me sigues queriendo?

La luna tiene miedo y se esconde entre las nubes de palabras, de actitudes defensivas y yo camino hacia mis abismos negros, apenas entendiendo que a veces uno extravía el rumbo y se pierde. Entonces todo se nubla, se llena de dudas, de incertidumbre y se abre un abismo de incomprensión entre lo que se siente y lo que se dice.

La luna de Octubre es la de los amantes, la de aquellos que se han perdido y no se encuentran. La de aquellos que un día se perdieron la magia y se alejaron de todo lo que un día los unió, de aquello que los hizo poderosos e invencibles.

Todos los errores se pagan, todos los errores cuestan. Algunos se pueden componer, otros lo mejor es tratar de no repetirlos.

Caminando de noche, a lo lejos la luna de octubre nos contempla, desconfiada, como una novia perdida, como a una muchacha que añora un gato que un día sin querer le rasguño la confianza y que en consecuencia y como penitencia, camina en soledad rumbo a un gran abismo bajo la luna dolorosamente lejana.